viernes, 20 de enero de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

Performance síntesis: Cuerda




Sábado 17 de Diciembre, año 2012.
Terraza de la biblioteca de Santiago.

domingo, 15 de enero de 2012

Performance: Silencio Ausente, 9 de Septiembre del 2011. En el marco del movimiento social por la educación.







Dirección de arte, guión y realización: Katherine Supnem
Video Art, Música y fotografía: Patricio Eduardo Catalán.
Asistente de Performance: Adrián Atenza.
Asistentes de Cámara: Diego Atenza, América Aguirre.
Fotógrafa: Clo Rouge.

____________________

En el marco del movimiento social por la educación, con mi equipo de trabajo, intervenimos tres estructuras importantes: El palacio la moneda, La Universidad de Chile y la Catedral de Santiago. Instituciones legitimadoras del Estado de Chile, involucradas en las formas de enseñar y domeñar el cuerpo, bajo los patrones que permiten un cuerpo socializado, no insurrecto.

La idea principal era mostrar al transeúnte, que existe un cuerpo que se revela y que grita en su silencio la necesidad de expresar lo que se piensa, de evidenciar la diferencia. Prentendí mostrar que ciertas instituciones promueven el silencio de la palabra y el cuerpo, para que permanezcamos como ausentes, no ausentes como individuos votantes, sino como masas contestatarias, ausentes como amigos agrupados, ausentes como organizados, ausentes de pensamiento, de reflexión comunitaria.

Nuestra primera estación fue el Palacio la Moneda, el día 9 de Septiembre del año 2011*.
*Época de efervecencia política, primero por los sabidos meses de movilizaciones para conseguir una mejora en los sistemas educativos, en cómo se enseña, lo que se enseña y dónde se enseña. Siendo su premisa principal el cese de la excesiva ganancia, por sobre la calidad de lo que se entrega a los educandos. Segundo, porque en dos días sería 11 de Septiembre, fecha conmemorativa de la gran herida nacional; se acercaba el día en que fuimos silenciados con armas, sangre, censura, muerte y castigo. Se acercaba el día en que debimos estar en silencio y donde el Otro se nos impuso como enemigo, y ya no nos reúnimos, y ya no dijimos lo que pensabamos. El asesinato de lo que realmente es lo político y sus bases: la libertad.

Un cuerpo femenino, un cuerpo masculino en silencio. El cuerpo femenino amarraba al masculino para callarlo, pues un cuerpo que no se ve, que se oculta bajo la ropa, es un cuerpo silenciado. Las amarras sobre esa ropa, es el silencio y la represión de las vestiduras. Cuerpo de hombre atrapado, cuerpo de mujer gritando.

Mi cuerpo femenino desprendido de la ropa, mostrando el género desde el cual se me clasifica de antemano, por el uso del silenciador de mamas, es el que decide mostrar que 'Nos quieren en silencio, por que así estamos como ausentes' ¿Quienes? Las estructuras representativas de la organización de nuestra sociedad, quienes toman las deciciones por sobre nuestra voz. -Eran tiempos de desilenciamiento, eran tiempos y lo siguen siendo, tiempos de que la verdad se derrame en todos. La verdad que quise derramar en mis amigos y en los observadores participativos, fue que no se queden en silencio, que pueden expresar como lo estabamos haciendo nosotros... pues una de las características que más rescato del Accionismo, es que hace ver a un Otro que siendo cuerpo como yo, también lo puede hacer.

En el momento del diálogo visual con la estructura Palacio, los transeúntes y con nosotros mismos, que viviendo desde dentro la obra sentimos modificaciones que van más allá de la superficialidad de la piel -ya que las intervenciones espaciales no sólo hacen un corte en lo que llamamos afuera, sino también un corte en lo que llamamos adentro, en nuestra subjetividad y formas de vivir el mundo-. En ese momento, llegó Carabineros y tuvimos que dar explicaciones: me volví a vestir, mis amigos guardaron los artefactos registradores y tuve que mostrar la identidad con la que se me ha clasificado, ese trozo de plástico que tiene mi número de serie. En ese momento del diálogo con la ropa de la autoridad, ese color verde feca, me convertí en una tierna estudiante de fotografía, que debía registrar su proyecto de tesis. 'Somos pequeños artistas, disculpe las molestias...No, no había nadie desnudo -es que aquí la desnudez es castigada, porque revela y devela-, sólo me saqué mi poleron; él no tiene zapatos, tal vez por ello se le pensó desnudo...No, no se preocupe, ya nos vamos' y nos dejaron ir, con dulzura, porque debajo del traje de la autoridad hay una persona, y yo no odio al que está dentro del traje, repudio el traje color verde feca y el rol al que transforma, al que lo viste.

Nuestra segunda estación fue la Universidad de Chile, el día 9 de Septiembre del año 2011.
Allí se respiraba distinto, no habían rejas que separaban la estructura de las personas, no habían trajes verdes, no habían armas, ni perros guardianes. Habían carteles de protesta, había música en vivo, ferias libres, personas sonrriendo, nadie caminaba con miedo, las personas se quedaban como si estuvieran en casa, era la verdadera Universidad del Estado de Chile, la que se perdió hace mucho, la que se pretende recuperar.

El mismo gesto de silenciar el cuerpo, la frase estremecedora, el cuerpo femenino aún silenciado. Me coloqué de torso desnudo, con cinta adhesiva en las mamas, porque odio que mis pechos digan que soy mujer, que se me clasifique por lo exterior del cuerpo. De ahí que amo la ambigüedad de las preguntas o frases: ¿Es hombre o mujer? ¿Qué es eso? No, espera a que se saque los calzones. En ello, me tiendo sobre el cuerpo silenciado, atrapado: -¡Hey, soy cuerpo protestante!, ¡Hey, quiero decir pero aún no puedo! ¡Es que sólo puedo decir si tu estás a mi lado, oh, transeúnte silenciado!-.

Luego el cuerpo silenciado solo, con su letrero transparente, porque quiero que todos se vean a través de esa frase, porque calza para todas esas veces que hemos guardado silencio, porque nuestro entorno, nuestras estructuras han normalizado nuestro cuerpos para aquello. -El pupitre calma mi animalidad, el cuardeno y el lápiz sobre la mesa silencia lo que pienso, lo calla y lo guarda... en cambio aquí escribí y quiero que vena lo que pienso, y que vean que estamos todos iguales, como saliendo del silencio, el silencio que nos recuerda el día 11 como barrotes.

Los transeúntes se detenían a observar, pero aún silenciosos. Sacaban fotos del momento, preguntaban entre sí, algunos se acercaban mucho, pero nadie habló en voz alta, hasta la tercera estación.



Nuestra tercera estación fue la Catedrál de Santiago de Chile.

Aquí la sensación ambiental era otra: en un lugar la estructura, en otro la indiferencia irrespetuosa: vendedores ambulante en los escalones, mendigos, actores callejeros, cafés, pintores en las calles, viajeros fotógrafos, palomas cagando en las estátuas y muchas personas caminando de un extremo a otro, muy ocupados en su tránsito automatizado. Parecía el ambiente de la vega central: popular y alegre, pero había un silencio abrumador: no habían carteles de protestas, no habían luces del día que venía ni de los anteriores; era el desentendido espacio de la catedral, siendo que por muchos años la iglesia Católica le dedicó tiempo a la educación de sus feligreses, hoy ni luces, sólo oscuridad.

Tendí el cuerpo sobre el suelo, le puse el cartél de vidrio y lo dejé solo:

-¡Aquí tienen, un obstáculo entre su caminar dormido!

-Aquí tienes Adrián, la prueba máxima para superar tu timidez y ese miedo a las personas. Deberás salir de tus ataduras solo y ver que todos te estamos mirando.

Pensaba en mis adentros, porque como sigo diciendo, tal vez para el transeúnte intervenimos el espacio, pero para mí, estoy interviniendo también un lugar dentro de mí y mis relaciones con ese espacio externo en el que están todos ustedes, sumándo sentido.

La reacción de las personas fue absolutamente distinta: estaba ese cuerpo ahí en el suelo, causaba mucha curiosidad, entonces todos se acercaban, esperando. Muchos se iban, otros se quedaban desde lejos. El público era distinto, un cuerpo desnudo de mujer habría desvíado la atención, porque se nos usa para complementar el producto, para seducir y erotizar el contenido que se quiere vender. Aquí no había nada más, un bulto, un cuerpo amarrado y algo qué decir: Te quieren en silencio, así estás como ausente.

Un niño preguntó qué era eso y nadie le dió respuesta.

Luego de un momento, comenzaron a discutir:

Un señor: - ¡Así nos quieren! En silencio porque así nadie reclama, y no hacen nada por cambiar las cosas.

Otro señor: -¡Nadie hace nada para cambiar el país, esta sociedad!

Una señora: -¡Cállate, ¿Cómo se les ocurre tener a este tipo aquí?!, ¡se va ahogar! ¿No ven el calor que hace? ¡Sáquenlo de aquí!

Un señor: -¡¿Cállese, no ve que es arte?!

La misma señora: - ¡Si después le pasa algo, ustedes van a ser los culpables!

Y la misma señora se retira reclamando. Que cómo se les ocurre algo así, que pobre persona.

Y me quedo con ella y su reacción ética. Ellos pensaban que era arte y nadie les dijo qué era. Ellos se quedaron en silencio porque el arte les exige silencio y no intervenir la obra, en cambio a ella no le interesaba la norma del arte, a ella le interesaba la persona tras lo que se llama arte, porque en el body art, de soporte hay un cuerpo, un cuerpo instrumento, un cuerpo vivo que involucra toda su biografía en la obra, que es frágil y que puede morir o ser marcado para siempre. A ella le interesaba el ser humano y por eso se quedó, y por eso quiso hacer algo, pero el silenciamiento fue mayor y ella se fue. ¡Estamos tan dormidos y no nos damos cuenta de dónde se nos viene ese sueño silencioso!

Luego venía el momento en que Adrían debía ver cara a cara a quienes lo observaban y sentirse violado por esos ojos atentos a él. Yo no lo iba a ayudar a salir de sus propias ataduras. Él agachó la cabeza, sus temores aún son muy fuertes, pero sabía que lo observaban y al ver el video, tal vez reflexione acerca de lo que vivió y algo se remueva dentro de él, para que siga creciendo y abriendose a los Otros, saliendo de esa cárcel mental que lo silencia.

Katherine Supnem, Licenciada en filosofía y artista visual autodidacta.