jueves, 18 de agosto de 2011

Ponencia y resumen de nuestra investigación

Ponencia: El rol político del cuerpo y sus implicancias estéticas.

Katherine Muñoz y Diego Atenza

Universidad de Santiago de Chile.

¿El cuerpo humano puede ser considerado un actor político activo, una herramienta de participación y creación ciudadana en la esfera socio política desde el ámbito de las artes plástico-corporales?

Arte y pensamiento político han confirmado, cada uno por su parte, la importancia creativa y participativa del cuerpo humano, tanto como eje central de manipulación por parte del poder simbólico, como ejercicio del poder real a través de la carne; sin embargo son escasos los estudios complementarios entre ambos, y menos aquellos que se refieren a esta temática aplicada en nuestra realidad artística nacional.

Desde la modernidad la filosofía ha venido desarrollando progresivamente un pausado develamiento de la importancia y facultades creadora de sentido que posee el cuerpo (Husserl, Sartre, M.Ponty, M.Foucault, G.Agamben, D.Le Bretón), rompiendo así con un ancestral estigma que pesaba sobre él; la condena a un objeto o mero instrumento (Desde Platón, Aristóteles, posteriormente Descartes, hasta la actual concepción biomédica del cuerpo) sin reconocer que este cuerpo es una existencia humana dadora de sentido, una encarnación viva de lo que somos y de lo que elegimos ser. Siendo cada uno de nosotros una existencia y no mero objeto, siendo cada uno de nosotros tanto ser-para-sí como ser-para-otros, inseparables de la comunidad de individuos con los que convivimos e inevitablemente un punto de vista del cual no podemos salir, reflejo de nuestra subjetividad; con esta perspectiva resaltamos el rol participativo a nivel cultural y político del cuerpo, haciendo ejercicio activo del poder que posee en sí mismo, mostrando que la dualidad mente cuerpo se rompe en la experiencia, siendo uno en la existencia corpórea, es decir, en palabras de Merleau-Ponty, mente y cuerpo son uno solo en la vivencia, en el ser-ahí de un sujeto que no existe sin su mundo ni el mundo existe sin su presencia. Mundo no sólo material, sino mundo histórico y cultural.

Reconociendo esta unisonía mente cuerpo, dejamos atrás el rol pasivo que se le adjudica a una mente separada de lo que le permite la existencia y resaltamos el rol activo de un sujeto encarnado y no puramente esencia trascendental. Al deshacer la perspectiva dualista podemos reconocernos en un cuerpo que no es lo que tenemos, sino que es lo que somos y lo que nos permite ser, para nosotros mismos y también para los otros, con los que creo comunidad y compromiso en la convivencia mutua sobre un mismo suelo.

Por su parte, la escena de las artes nacionales ha atravesado un proceso de evolución y ampliación respecto a sus soportes; a partir de los años 60´ progresivamente irán desprendiéndose de lo meramente pictórico y experimentaran nuevos materiales de creación, junto a nuevas temáticas surgidas a partir de diversos movimientos sociales, políticos y culturales; el arte en chile se socializa y busca nuevos soportes para interactuar con sus nuevos espectadores bajo la consigna de recuperar el espacio público como espacio de interacción político-social y satisfacer necesidades expresivas, hasta ese momento paralizadas por la falta de comunicación explícita entre nosotros y nuestros países vecinos. Todo a través de la expresión artística, siendo lo visual un grito sin voz, pero cargado de sentidos y mensajes ocultos por la insipiente represión de las masas efervescentes de reflexiones políticas y cuestionamientos hacia la forma de gobernar que se llevaba hasta ese entonces. Surgen en los años 70’ movimientos artístico- performaticos que comienzan a utilizar el cuerpo como soporte de creación artística y comunicación de reflexiones políticas, como herramienta y bandera de lucha ante un contexto que no se muestra favorable, dando lugar así a una posvanguardia que terminará por instituir la performance (poner definición) como modo válido de expresión artística, así como también de participación política en la ciudad. Aquí comienza a resaltarse una mirada biopolítica del cuerpo, no a través de la palabra escrita, sino por medio de las acciones de un cuerpo que es evidencia de un sujeto vivo y a la vez evidencia de su forma de pensar e interpretar el mundo, haciendo presente su libertad de expresión y su poder para hacer converger a las masas en círculos de análisis estético-políticos, usando el lenguaje propio de la carne y el gesto, para reflexionar al espectador a través de las acciones y sus interpretaciones, recobrando pensamientos existencialistas para decir que somos lo que elegimos hacer de nosotros mismos, llegando a hacer filosofía a través del uso del cuerpo propio, como lo hizo alguna vez Diógenes de Sínope en la antigua Grecia.

La Filosofía actitudinal y vívida de Diogenes de Sínope ha sido actualmente reconocida como una filosofía performática[1] (una argumentación que cobra vida a través del cuerpo), además de ser el primer ejemplo del uso de la corporalidad para recobrar el espacio social (la ciudad) en momentos de crisis política, en los inicios de la democracia occidental, desde la mirada interpretativa de Pablo Oyarsún, filósofo chileno.

El objetivo de esta investigación está centrado en descubrir y aplicar los argumentos que la Filosofía y la sociología puedan ofrecer a las prácticas estético-performátivas que se dieron durante el periodo de la dictadura en nuestro país, permitiendo así que éstas sean consideradas y reconocidas a partir de la razón como un modo de participación política y artística válida; una manera en que la voz de la ciudadanía se hace escuchar en momentos de crisis política. Además de la importancia histórica que revisten el surgimiento de estas expresiones estéticas, las mismas que están lejos de perder vigencia; en la actualidad podemos constatar el surgimiento de nuevas formas de protesta ciudadana, cualificadas con una carga artística y corporal: ya no resultan extrañas las performances masivas en los distintos espacios públicos[2].

Para ser consecuentes con nuestro punto de vista y nuestro discurso que pretende realzar la unidad entre el cuerpo y la mente, la reflexión y la acción, hemos vivenciado nuestra postura filosófica, política y estética a través de la práctica performativa, que consiste en la participación e implementación práctica de esta forma de argumentación en diversas instancias por parte de uno de los investigadores; Katherine Muñoz se constituirá en una artista performática a partir de su participación en una serie de performances, tanto propias como colectivas (trabajará con el performancista Lautaro Villaroel y con el artista visual Máximo Corbalán en su taller de arte Pintura-Objeto, impartido en Balmaceda 1215) con el propósito de profundizar teóricamente y vivenciar, a través de su propio cuerpo, las formas de reflexión que el Body Art es capaz de presentar por medio del lenguaje corporal, con performance tales como ‘Renacer’, ‘Precaria’, ‘La vida como obra de arte’, ‘Mujer de papel’ y ‘La memoria y el olvido’, las cuales van narrando su propia interpretación de la realidad, desde una inevitable subjetividad inserta junto a otras subjetividades creadoras de sentido, a través del lenguaje del cuerpo y el objeto, siendo de suma importancia la interpretación del contexto en el que se sitúan sus performance ya que el sujeto no es sin su sitio, ni su sitio sin el sujeto que lo vivencia.

La performance más importante es la realizada en el Museo de la memoria, en la cual se logra sintetizar nuestro punto de vista reflexivo acerca de la realidad nacional en el período de los años setenta reinterpretando esos signos de dolor y represión social, buscando contextualizarlos en la actual realidad nacional que exige del discurso público el olvido de pasado y la impronta del progreso como parche a una nueva mirada atrofiada acerca de la realidad.

El museo de la memoria es un centro de recopilación de datos y archivos, escritos, imágenes fotográficas y videos que registran los modos de tortura, violencia, propaganda y censura ejercida por el gobierno militar en la época de dictadura. También se recopilan cartas de torturados, cartas de familiares de detenidos desaparecidos, dibujos, y afiches de la época en el intento de ir narrando un pasado que se pretende borrar.

La performance ‘La memoria y el olvido’, que se realizó con la colaboración del performer Lautaro Villarroel, pretende mostrar la ambivalente realidad nacional, que se mueve entre la tortura del recuerdo y la banalidad del olvido publicitario que se pretende imponer a la ciudadanía conforme a falsas consignas comunes e información vacía. El recuerdo acontece como una tortura por sus flashbacks y racontos, inevitables e incontrolables, presentes en cada signo de la ciudad: El palacio de la moneda, las calles, los edificios, el estadio nacional, el centro de la ONU, nuestras universidades, que reflejan el avance y el permanente estancamiento de una forma de hacer gobierno; políticas sociales y educacionales que se resisten a avanzar por estar constantemente recreando, visualmente, los hechos más sórdidos de estos últimos 30 años, en una dictadura castrante y adormecedora, de la voluntad y la exigencia de la libertad de expresión, generando entes pasivos y dormidos, sujetos que reflexionan pero que no son capaces de moverse conforme a su pensamiento debido al temor, aún persistente, temor respecto a la muerte del cuerpo, a la tortura del cuerpo. Aquellos símbolos nacionales de convivencia social hacen emerger constantemente la pasividad propia del ciudadano chileno, que dice mucho pero hace poco, por ser cuerpos chilenos temerosos, reprimidos por violencias del pasado.

En base a esta mirada del suelo y los edificios nacionales, tomamos una nueva estructura, construida durante el gobierno de la concertación, una estructura que pretende hacer del recuerdo no una imagen disgregada de la realidad pasada, conforme a interpretaciones subjetivas, sino una unidad en una comunidad de signos compartidos. Allí situamos nuestro suelo para re-interpretar las formas estructurales de este centro del recuerdo normado, para volver a realzar la mirada subjetiva de un sujeto que vive en la imagenería del recuerdo y el olvido, al ser ambos performer chilenos que nacieron durante los últimos días de la dictadura, sin poseer recuerdos propios, sino sólo los acontecimientos creados en nuestra conciencia a partir del relato, de generación tras generación, relato del dolor, la muerte y la violencia impregnados en nuestra visión de mundo, sin haber vivido ese mundo anterior.

En esta performance, Lautaro representa y vive el tierno olvido adormecido y ciego. Katherine Muñoz representa y vive el dolor despierto y desgarrado, narrando a través de su cuerpo la historia del dolor que le fue contada desde niña. En la cabeza lleva una cárcel de alambre con púas que cortan su rostro cuando lo rosa, sus pechos están encintados para anular su género y ser el eunuco de la igualdad, sus piernas son cubiertas de una feminidad inventada en pantymedias rotas y ropa interior de encaje. Se arrastra a través de las inscripciones de los derechos humanos con un libro negro entre las manos, libro que pretende ser una cita de los libros negros dentro del museo de la memoria, los cuales narran y dibujan instancias de tortura y separación por la segregación y exilio. Su vía crucis se detiene sobre una imagen de un militar sobre la que yacen diversidad de libros negros con historias e inscripciones dolorosas, propias de sus vivencias personales y las que incorporó a su vida a través de la lectura de los libros negros de dolor que se encuentran dentro del museo.

En ello se detiene a leer cada texto al azar, y en el desvarío de una locura que logra encarnarla grita para deshacerse del dolor y arranca con sus manos la cárcel de alambres que cubre su cabeza y escapa al dolor del recuerdo, negándolo y corriendo a la fuente de agua que bordea el museo, simulando el adormecimiento que se pretende del recuerdo. Todo esto es registrado en video y en fotografías, las que escriben cada instante del recuerdo, quebrado recuerdo.

Lautaro Villarroel, lleva los ojos vendados con una imagen de un militar entre las manos, imagen que intenta lavar en una fuente de agua para olvidar el pasado de forma irrisoria. Lleva los ojos vendados y ensangrentados, pues la ceguera del olvido impuesto no es capaz de borrar una historia inscrita en el cuerpo a través de la palabra. Luego lanza pequeños barcos de papel a la espera de que el agua estancada y putrefacta de la fuente se los lleve en un sueño ficticio de borradura de la memoria, y de censura al derecho del recuerdo.

Al tratarse de una investigación desde las ciencias sociales, específicamente desde la filosofía política, fenomenología, estética y sociología, se comenzara entregando los diversos argumentos y concepciones filosóficas respecto al rol y particularidades del cuerpo humano, estableciendo los vínculos y complementariedades entre las diversas posiciones. Una vez aclaradas las concepciones filosóficas de cuerpo, entregaremos el vínculo existente entre la utilización del cuerpo en una performance y la argumentación filosófico-política dentro de la primera y única escuela filosófica en la que se ha cultivado la performance como método de argumentación por excelencia (filosofía práctica y vívida): citaremos las diversas performances protagonizadas por miembros de la escuela cínica a modo de ejemplos complementarios a los argumentos y posiciones estético-filosóficas.

Luego será el turno de exponer y desarrollar los argumentos de la escuela fenomenológica en torno a la corporalidad, por tratarse éstos de recursos fundamentales que sirvieron para que se abrieran en la historia de la filosofía, estética, sociología y otras ramas del saber, las puertas al estudio del cuerpo y todas sus potencialidades cognoscitivas, políticas, sociales, más allá de las meramente evidentes. La fenomenología descubrirá y explicará la potencialmente infinita capacidad de crear significaciones y estructurar realidades que caracteriza la naturaleza del cuerpo humano. La razón ya comienza a reconocer y aceptar la importancia del cuerpo a nivel comunicativo, develando la estrecha relación entre el alma y el cuerpo, unificados en la existencia de cada sujeto, encarnados y situados en un mundo compartido, un mundo de acción política. Realzando la experiencia subjetiva como la evidencia de un sujeto libre, activo y partícipe de la historia.

A partir de los estudios de la filosofía política y la biopolítica se incluirá al cuerpo de cada ciudadano como participe activamente involucrado en la vida política y social de la ciudad; la esfera política ,o lugar de participación y resolución de conflictos comunes a un grupo de humanos, no será únicamente el lugar en el que se participe a nivel de las ideas y las palabras como defendió el pensamiento clásico, sino que constituirá un verdadero escenario (la ciudad) en el cual se viven y actúan las propias ideas, donde nuestro cuerpo es un actor principal del intercambio político. La política ya es consciente del valor expresivo del cuerpo y desarrollará diversas medidas para hacerlo útil a sus fines.

La secuencia argumental no quedaría completa sin una aclaración del concepto filosófico de política; la definición de éste será construida a partir de dos posturas modernas aparentemente divergentes (Hannah Arendt y Carl Schmitt), en representación de la dualidad básica que caracteriza al desarrollo natural de cualquier conflicto socio político a lo largo de la historia de occidente, y particularmente en chile con la decadencia y quiebre de la democracia en los años setenta.

Los discursos teórico-artísticos que defienden, a fines de la modernidad, la inclusión activa de las potencialidades expresivas y significantes naturales a la corporalidad humana, provenientes del teatro[3] y demás artes encarnadas, servirán de base y preámbulo para explicar el surgimiento de movimientos artísticos centrados exclusivamente en la utilización del cuerpo, su intervención, construcción y reconstrucción como herramienta expresiva de ideas políticas, sociales, estéticas, históricas y culturales; Body Art o artes corporales que llevarán al extremo estas potencialidades expresivas por mucho tiempo silenciadas, y que en el caso nacional estarán representadas por artistas y colectivos de arte[4] que pondrán en la palestras diversas circunstancias y defenderán una serie de ideas a partir del potencial expresivo del cuerpo, utilizado en diversas performances y puestas en escena de carácter tanto público como privado. Muchos de los trabajos de estos artistas consistirán en mostrar, a través de sus propios cuerpos, las difíciles circunstancias socio-políticas por la que atravesaba nuestro país, narrando, a partir del silencio, el dolor y un propio punto de vista comprometido desde lo propiamente humano: la carne, la existencia viva, mientras que otros tantos buscarán activar la conciencia y participación político-corporal de los ciudadanos cuyas voces habían sido silenciadas por el miedo.

En la investigación serán citados y analizados los trabajos artístico-corporales más emblemáticos del periodo citado, así como también las curatorias artísticas hechas en su contexto por diversos especialistas , esclareciendo, a partir de los aportes estético-filosóficos recopilados en los capítulos precedentes, su valor cultural en tanto participación política en la esfera social.

Nuestra investigación busca establecer los argumentos racionales que expliquen y demuestren la posibilidad cierta de una participación política efectiva a través de las artes corporales y la performance, sobre todo en momentos donde alzar la voz en la ciudad deja de ser un derecho. Además, desentrañaremos los lazos existentes entre corporalidad humana, política y arte, rompiendo el mito de una posible exclusión entre ellos.

Para cumplir con esta perspectiva, se hace necesaria la visualización de nuestro material fotográfico y en video, para comprender a través del cuerpo nuestras reflexiones e interpretaciones de una realidad pasada y la presente en nuestra actualidad. Aquí les adjuntamos algo del registro:

http://www.flickr.com/photos/supnem_draw/5403137107/in/set-72157625577574435



[1] Peter Sloterdijk, Michael Onfray y Pablo Oyarzún.

[2] Nótense las protestas artístico performáticas que los estudiantes han protagonizado en la actualidad para plantear y defender sus demandas; todas implican la participación masiva a través del propio cuerpo.

[3] Que quedan explícitas a través del estudio del texto ‘El teatro de la crueldad’ de Antonin Artaud.

[4] Colectivos tales como el CADA, Las yeguas del apocalipsis y artistas como Carlos Leppe y Francisco Copello.